50 años de la ley de Moore, quizás la «ley» más incomprendida de la tecnología

El 19 de abril de 1965, Gordon Earle Moore publicó un editorial en la gaceta Electronics que cambió nuestra forma de comprender la tecnología. Aseguró que la dificultad de los circuitos integrados se duplicaría todos los años (entonces cambió para fijar el periodo de un par de años), y los costes y costes de fabricación se reducirían.

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En una llamada a los inversionistas el 15 de julio de 2015, Brian Krzanich, director ejecutivo de Intel, debió confrontar a un tema discutido: la compañía por el momento no puede desarrollar microchips al ritmo que planteaba la conocida ley Moore, que fijó el estándar de la industria para microprocesadores.

Gordon Moore, cofundador de Intel, ha propuesto la ley que transporta su nombre en 1965.

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En su última versión, la «ley» afirma que el número de transistores en un microprocesador se duplica precisamente cada un par de años. (Coloco la palabra «ley» entre comillas pues de todos modos no es una ley formulada sobre la base de la ciencia o la ingeniería; mucho más bien, es una observación que asistió a adivinar el ritmo de avance del chip).

Y exactamente pues no es una ley, y se puede cambiar, en esa llamada el director ejecutivo de Intel explicó a sus inversores que desde este momento la compañía duplicará la proporción de transistores en sus chips cada 30 meses, y no cada 24. I. Aparte de eso, Krzanich está convencido de que el resto desarrolladores asimismo están ralentizando la agilidad a la que desarrollan y lanzan nuevos microchips.

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Ni lenta ni gandula, la compañía china Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) salió a negar al director ejecutivo de Intel. Mencionó que tienen la aptitud de proseguir construyendo sus artículos según los proyectos de la Ley de Moore.

La declaración de TSMC no es poca cosa; es la fundición de semiconductores mucho más grande de todo el mundo, y si la compañía asiática lleva razón, el fallo no va a ser la Ley de Moore, sino más bien Intel.

triunfadores y perdedores

La desaceleración no es una enorme sorpresa y no sostiene lúcidos a los inversores de Intel, puesto que la compañía se ha diversificado en otros negocios rentables como el Internet de las cosas y los centros de datos.

Por otra parte, hay que aceptar que el Siri de Apple o el Oculus Rift no serían probables sin poderosos chips que traen magia al planeta real, y cada novedosa versión de estos modelos tiene mejores microprocesadores. ¿Que va a pasar en este momento? ¿Deberemos aguardar mucho más para la novedosa versión de nuestro widget preferido? Quizás no.

Tener microprocesadores poderosos es esencial; no obstante, la consistencia por el momento no es el aspecto más esencial de un chip. Era la temporada en que controlaba el estilo de computación habilitado por Intel, o sea, tareas de escritorio con hojas de cálculo y procesadores de artículo.

Hoy día, las PCs (y la gente) efectúan ocupaciones en las que la consistencia de transistores en un chip no es la característica definitoria. Por poner un ejemplo, las simulaciones sísmicas, las simulaciones Monte Carlo o el procesamiento de gráficos necesitan otro estilo de computación gobernado por compañías como AMD o Nvidia. Al tiempo, Google plus prueba la computación cuántica y también IBM y HP experimentan con procesadores que imitan el cerebro humano.

El auténtico fracaso de la Ley de Moore es que se volvió sin importancia.

El auténtico fracaso de la industria tecnológica no es estudiar del pasado y reiterar la narración de Intel: hacer un estándar y elevarlo al rango de ley, pero 50 años después decir «ahora no en todos los casos» y a tu primordial -contrincante-. decir «¿de qué manera no?»

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Las críticas expresadas son exclusivas de sus autores y son absolutamente independientes de la situación y línea editorial de Forbes México.

El futuro de la Ley de Moore

Carl Anderson, diseñador de servidores de Intel, ha dicho hace cinco años en un producto anunciado en el Simposio En todo el mundo sobre Diseño Físico que el incremento exponencial en la reducción del tamaño y la El valor de los semiconductores se encontraba desapareciendo y con él la Ley de Moore. Y quizás no por la tecnología sino más bien por los costes: “realmente pocas personas tienen la posibilidad de posibilitarse el valor exorbitante de la investigación y el diseño de las próximas generaciones de chips, y bastante menos crear las factorías y sostenerlas para generarlas”.

La solución para sostener la Ley de Moore (o una parte de su enunciado en concepto de desempeño) no semeja pasar por el silicio sino más bien por otros materiales como el grafeno. Descubierto en 2004, es el material mucho más angosto y de mayor conductividad de todo el mundo (los electrones se mueven entre diez y cien ocasiones mucho más veloz que en el silicio), con lo que su capacidad lo realiza idóneo para desafiar a el silicio como base para chips empleados en electrónica, informática y comunicaciones.

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